Escrito por Juan José Vásquez
el Mon Oct 23 2017
En el papel, una serie de televisión de cinco temporadas sobre un equipo de fútbol americano de una preparatoria en una pequeña ciudad de Texas no debería funcionar, de ninguna forma. Sin embargo, funciona. Son 76 episodios de puro drama adolescentes, humano, unido por la pasión de todo un pueblo por el deporte.
El problema de Friday Night Lights, es que, no debería funcionar. El estilo de cámara es tipo reality show, la premisa es blanda y el casting de actores, para la época de emisión, era demasiado liviano. Aun así, los guionistas lograron en la serie de NBC uno de los dramas más humanamente reales que ha visto la televisión posterior a Six Feet Under.
En la actualidad, la serie es de culto. Su seguimiento posterior a su primera temporada se transformó en televidentes apasionados por la calidad del guión y la profundidad de cada personaje. Es complejo hablar de Friday Night Lights y no pensar en que así es cada ciudad pequeña de Estados Unidas obsesionada con el fútbol americano, sobre todo cuando la serie nunca llega a tener un dejo de sentimentalismo ni condescendencia frente a aquella idea.
Se trata sobre la sencillez y lo típico de la vida en un pueblo sin muchas distracciones, un lugar donde lo usual es la regla que reina en el día a día. No obstante, eso no quiere decir que la vida sea monótona o incluso, fácil. Por el contrario, las problemáticas de vivir en lugares donde la educación se basa en la capacidad atlética de los jóvenes para aspirar a becas en universidades, se convierte en una presión amenazante. Es un lugar donde toda la gente se conoce desde el nacimiento, entablan relaciones cercanas en base a la proximidad que tienen todos los días.
Cuando no tienes nada más en la vida que una familia dedicada al fútbol americano y tus opciones para salir de lo cotidiano están puestas en el deporte, lo practicas. Y lo sigues practicando hasta que los problemas de la adolescencia comienzan a golpear, hasta que los problemas de la vida de un lugar sencillo comienzan a aparecer. La búsqueda de la grandeza es una de las características que envuelve a Friday Night Lights, las ansias de aspirar a salir de la ciudad donde generaciones han vivido sin saber del resto.
Si todos los días son iguales, ir a clases, entrenar, saludar a la misma gente una y otra vez durante años, el único atractivo y por lo demás, lo ingenioso del título de la serie es esperar a las luces de los viernes por la noche y dar la patada inicial de los cuatro cuartos. Esperar a que aparezca un agente para sacarte de ahí, llevarte a una universidad de prestigio, con la meta de llegar a un equipo de la NFL.
Es posible ver Friday Night Lights como un mero drama con personajes entrañables y una trama basada en fútbol americano. Pero es más denso, hay más capas de profundidad humana, aspirar a metas inalcanzables, velar por sueños que un montón de conocidos han dejado de lado por trabajos en mecánica y agricultura. La necesidad de tener sueños y hacer todo lo posible, incluso con caídas tan fuertes como perder una carrera en el deporte es lo que hacen a la serie un culto que cada vez que se escucha clear eyes, full hearts, can»™t loose se piensa automáticamente en Texas y un balón.
Por cierto, toda la banda sonora fue hecha por Explosions in the Sky.